Aquella noche tumbada en lo alto de la duna, sentí que me fundía entre la tierra y el cielo, entre la arena y las estrellas. Y al amanecer tuve la certeza de que empezaba el primer día de una nueva vida, empezaba a caminar con un paso más firme. Gracias a Ahmit por ser. Gracias compañeros, por estar. Gracias a Òscar por ser, estar y crear la magia que nos envolvió a todos entre la fina y cálida arena del desierto, la inmensidad de las dunas, el despertar entre risas, el abrazo del atardecer y la cuna del anochecer. Insha'Allah. ¡Hasta siempre!