Sáhara, marzo 2013
Tenía muchas ganas de vivir el desierto más allá de una excursión en 4×4 de dos días y una noche en un campamento organizado con jaimas con aire acondicionado, así que me apunté a la caravana con Simón y Óscar. Esa semana colmó con mucho mis expectativas. Muy distante de retos deportivos y carreras; este viaje estuvo marcado por el ritmo sosegado, las charlas entre nosotros, las constelaciones por las mañanas, las noches durmiendo en solitario bajo el cielo estrellado, las comidas y cenas naturales, el pan recién hecho…Una experiencia inolvidable.
Sáhara, abril 2017
Sé que he vivido algo importante, que ya llevo dentro de mí. Me apunté a esta experiencia sin ser suficientemente consciente de lo que iba a buscar. Recuperar mi ritmo natural, lento y largo, en medio de un entorno majestuoso, entre la imponencia de la hamada, el abrazo cálido y maternal de las dunas y el silencio profundo, me ha llevado a un estado de conciencia y lucidez que nunca antes había sentido. Muchas gracias a los que habéis estado conmigo en este camino, por las miradas, los abrazos, las sonrisas, las palabras y los silencios.
Sáhara, octubre 2016, abril 2017, octubre 2018, octubre 2021
El silencio no existe. Es el viento entre los pinos. Susurros de arena. El petirrojo en la rama. Las pisadas de tus pies. El azul allá arriba. El silencio es cuando callas
y puedes oír todo lo demás. El bosque. La soledad más amada, las viejas lágrimas sin importancia. Aquellos que, sin estar aquí, tanto amas. Lo que fue, lo que vendrá, todo lo que respira ahora. El silencio es cuando callas y puedes oír todo lo demás.
Sáhara, fin de año 2016
Primero sentí que formaba parte de la naturaleza, luego me sentí parte del grupo y poco a poco me sentí a mí misma. La calma de su silencio, la luz y calor de su sol, el azul de su cielo de día y su techo de estrellas en la fría noche. Gracias a Òscar por guiarme, gracias a los bereberes por cuidarme y a tod@s l@s caravaner@s por acogerme.
¡Insha'Allah!
Pinacate, marzo 2018
El momento llegó y me vi cara a cara con mi desierto, ni el frío ni el cansancio mermaron el espíritu dispuesto a habitarse, a reconocerse, profundos silencios precedieron grandes lecciones.
Sáhara, noviembre 2015
Cuando volvimos, me costó coger el ritmo loco del día a día, mi frase era, poco a poco que todavía estoy en la duna…y ahora, en momentos de estrés, me refugio en ella.
Sáhara, noviembre 2015, octubre 2018
No me cansaré de ir al desierto: se me abre la mente y el espíritu. El silencio, la arena al contacto con los pies. El trato de los bereberes, los camellos y el dormir mirando al cielo estrellado. El compañerismo entre los miembros del grupo. Son recuerdos imborrables.
Sáhara, abril 2017
Ahora siento un abismo: explicar la experiencia. También cierta añoranza, pero la busco e intento poner palabras. Empiezo por el recuerdo de espacio y la vista que se alarga. Casi la respiración se detiene por la inmensidad de espacio para mirar. Me fijo en los límites del tiempo que se deshacen, a medida que avanzan los pies al caminar.
Sáhara, abril 2017
Escribo estas palabras a solo unos pocos días de haber vuelto de la caravana, y aunque ya estoy de nuevo sumergida en el día a día de mi vida, siento que algo muy profundo de mi ser se ha quedado allí, y algo muy grande me acompaña, se ha venido conmigo, y siento la grandeza de la magia del desierto y de las personas que han formado parte de este viaje, simplemente únicas.
Aquella noche tumbada en lo alto de la duna, sentí que me fundía entre la tierra y el cielo, entre la arena y las estrellas. Y al amanecer tuve la certeza de que empezaba el primer día de una nueva vida, empezaba a caminar con un paso más firme. Gracias a Ahmit por ser. Gracias compañeros, por estar. Gracias a Òscar por ser, estar y crear la magia que nos envolvió a todos entre la fina y cálida arena del desierto, la inmensidad de las dunas, el despertar entre risas, el abrazo del atardecer y la cuna del anochecer. Insha'Allah. ¡Hasta siempre!
Desierto, silencio, encuentro.