Pinacate, marzo 2018
Pude ir experimentando un profundo y sublime registro de paz interior que hoy es un anclaje que sigue operando en mi vida cotidiana. Un aprendizaje que me permitió sumar día a día nuevas experiencias e interpretaciones de ellas, desde una profunda conexión conmigo misma, con el grupo y con la naturaleza. Todo ello acompañada y sostenida con compromiso, amor y ética, por un gran equipo.
Sáhara, abril 2009 y noviembre 2013
Inolvidable y diferente cada vez que vas. Para mí, hay un antes y un después. El desierto te acoge, te desnuda hasta adentro, el tiempo se estira de una forma increíble, se vive cada segundo y te deja huella siempre. La primera vez que estuve, fue casual, se me estropearon otros planes y en el último momento me apunté porque no tenía mejores planes. Yo, que soy alérgico al sol y que no me pueden encontrar en la playa más de media hora, he descubierto que el desierto es mi lugar.
Sáhara, noviembre 2012
Las constelaciones, el desierto, los bereberes, la comida, mis compañeros y la profesionalidad de Òscar Boule convirtieron el viaje en unos días maravillosos repletos de fructíferas experiencias, que marcaron un antes y un después en mi vida.
Sáhara, marzo 2013
Tenía muchas ganas de vivir el desierto más allá de una excursión en 4×4 de dos días y una noche en un campamento organizado con jaimas con aire acondicionado, así que me apunté a la caravana con Simón y Óscar. Esa semana colmó con mucho mis expectativas. Muy distante de retos deportivos y carreras; este viaje estuvo marcado por el ritmo sosegado, las charlas entre nosotros, las constelaciones por las mañanas, las noches durmiendo en solitario bajo el cielo estrellado, las comidas y cenas naturales, el pan recién hecho…Una experiencia inolvidable.
Sáhara, abril 2017
Sé que he vivido algo importante, que ya llevo dentro de mí. Me apunté a esta experiencia sin ser suficientemente consciente de lo que iba a buscar. Recuperar mi ritmo natural, lento y largo, en medio de un entorno majestuoso, entre la imponencia de la hamada, el abrazo cálido y maternal de las dunas y el silencio profundo, me ha llevado a un estado de conciencia y lucidez que nunca antes había sentido. Muchas gracias a los que habéis estado conmigo en este camino, por las miradas, los abrazos, las sonrisas, las palabras y los silencios.
Sáhara, octubre 2016, abril 2017, octubre 2018, octubre 2021
El silencio no existe. Es el viento entre los pinos. Susurros de arena. El petirrojo en la rama. Las pisadas de tus pies. El azul allá arriba. El silencio es cuando callas
y puedes oír todo lo demás. El bosque. La soledad más amada, las viejas lágrimas sin importancia. Aquellos que, sin estar aquí, tanto amas. Lo que fue, lo que vendrá, todo lo que respira ahora. El silencio es cuando callas y puedes oír todo lo demás.
Sáhara, fin de año 2016
Primero sentí que formaba parte de la naturaleza, luego me sentí parte del grupo y poco a poco me sentí a mí misma. La calma de su silencio, la luz y calor de su sol, el azul de su cielo de día y su techo de estrellas en la fría noche. Gracias a Òscar por guiarme, gracias a los bereberes por cuidarme y a tod@s l@s caravaner@s por acogerme.
¡Insha'Allah!
Pinacate, marzo 2018
El momento llegó y me vi cara a cara con mi desierto, ni el frío ni el cansancio mermaron el espíritu dispuesto a habitarse, a reconocerse, profundos silencios precedieron grandes lecciones.
Sáhara, noviembre 2015
Cuando volvimos, me costó coger el ritmo loco del día a día, mi frase era, poco a poco que todavía estoy en la duna…y ahora, en momentos de estrés, me refugio en ella.
Sáhara, noviembre 2015, octubre 2018
No me cansaré de ir al desierto: se me abre la mente y el espíritu. El silencio, la arena al contacto con los pies. El trato de los bereberes, los camellos y el dormir mirando al cielo estrellado. El compañerismo entre los miembros del grupo. Son recuerdos imborrables.
Naturaleza, silencio, encuentro.